martes, 8 de septiembre de 2009

Hola hola mis pequeños amigas y amigos, espero se encuentren muy pero muy bien.

Hoy les quiero contar la historia de un amiguito llamado Cristian, él tiene 6 años y está esperando su primer diente pero no uno de leche sino esos que duran para toda la vida. Es decir, esos que son permanentes. Uno de esos que tenemos que cuidar mucho, a los que hay que cepillar -por lo menos- al despertarnos, al mediodía después de comer y antes de irnos a dormir.

Cristian al despertar sintió una molestia en sus encías. Entonces, fue hasta el baño a mirar qué es lo que le pasaba y ahí pudo observar frente al espejo que entre lo rosado de sus encías afloraba, cual sol naciente, un nuevo diente. Ni bien lo vio rápidamente fue a contárselo a sus papas, quienes asombrados le dijeron “querido hijo” éste diente que te ha salido es uno de los que se llaman permanentes, “debes cuidarlo mucho”, porque te acompañará a lo largo de tu vida.

Por otra parte, el pequeño Cristian, (a quien les cuento que en Filosofía la seño lo llama Platón), sabía que la llegada de su nuevo diente le iba a traer de visita -en algún momento del día- al “Gato Gómez”, que es el gato de los dientes salientes, y vendría a su casa a traerle un presente.

Luego, fue a la escuela y allí se encontró con Maia su mejor amiga (a quien también la “se” de Filosofía llama Palas Atenea) y le contó la novedad.

Juntos charlaron sobre esto un largo rato. Cristian estaba entusiasmado y Maia lo alentaba, lo que pasa es que a ella Gago (así lo llaman al Gato Gómez) ya le había traído un presente.

Por supuesto que esto lo escucharon algunos compañeritos, y hubo quienes creyeron y quienes no, pero ellos dos simplemente les dijeron que tan sólo el simple -pero gran- poder de la magia, hace que sus sueños se transformen en realidad. Crean en ese poder que tiene la magia y verán que hasta la más pequeña ilusión se hace, como les decía, realidad.

Al terminar la jornada escolar, y previo despedirse cada uno de los amigos se fueron para su casa.

Así llegó la noche, Cristian comió rapidito y se fue a su cuarto a dormir, o por lo menos intentaría hacerlo. Es que el pequeño gran amigo estaba muy ansioso, no lograba conciliar su sueño.

Es que la idea de Gato Gómez le rondaba su cabecita, pero se acordó de una historia que había leído en un libro y en vez de contar ovejitas, contó gatitos.

Contó, contó y contó hasta que finalmente se durmió.

Y así fue como Gato Gómez aprovechó que nuestro amigo estaba dormido y le dejó, adivinen qué le dejo?

UN LIBRO. Saben por qué? Por que a Cristian le gusta mucho la lectura.

Bueno queridas amiguitas y amiguitos, esta fue la linda historia que les quería contar, les dejo un cariño muy grande y los espero en la próxima historia.

Un dulce miau miau…

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